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Y la persona que todavía no ha sido capaz de amar la muerte ¿cómo podrá amar alguna vez la vida?

     "Por tanto, cuando digo que hay que conocer la muerte, quiero decir que también tendremos que amar la muerte. Tendremos que ver la muerte. Pero la persona que tiene miedo a la muerte, que la rehuye, ¿cómo puede amar a la muerte, cómo puede tener su darshan, cómo puede ver alguna vez la muerte? Cuando se aparece la muerte ante él, él le vuelve la espalda. Cierra los ojos; no permite nunca que se aparezca la muerte ante él, cara a cara. Tiene miedo, está asustado; por eso es incapaz de ver la muerte en absoluto, y tampoco es capaz de amarla. Y la persona que todavía no ha sido capaz de amar la muerte ¿cómo podrá amar alguna vez la vida?, pues la muerte es un suceso muy superficial, y la vida es un fenómeno mucho más profundo. El que rehuyó el primer escalón ¿cómo podrá llegar alguna vez a las aguas profundas del gozo?
Por eso os digo que la muerte tendrá que vivirse, tendrá que conocerse, tendrá que verse. Tendréis que enamoraros de ella; tendréis que mirarla a los ojos. Y en cuanto la persona mira a la muerte a los ojos, empieza a observarla, penetra en ella, se maravilla. Descubre, con gran asombro: “¡Qué gran misterio se oculta en la muerte! Lo que yo llamaba muerte, de lo que huía, encierra en realidad dentro de sí la fuente de la vida suprema.” Por eso os digo: entrad de buena gana en la muerte para que podáis alcanzar la vida.

     Hay un dicho de Jesús que es increíble. Jesús ha dicho: “Porque el que quiera salvarse perecerá, y el que entregue la vida no será destruido. El que se pierda se encontrará, y el que se ponga a salvo se perderá.” Si una semilla quiere salvarse, se pudrirá; ¿qué otra cosa le espera? Y si una semilla se aniquila a sí misma en la tierra, si desaparece, se convertirá en árbol. La muerte de la semilla se convierte en vida para el árbol. Si la semilla se protegiera a sí misma diciéndose: “Tengo miedo: podría morirme. No quiero desaparecer. ¿Por qué voy a desaparecer?” En ese caso, ni siquiera seguirá siendo semilla, ni mucho menos se convertirá en árbol. El miedo a la muerte nos hace encogernos".

Osho, Aquí y ahora
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