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No des mucha energía a los pensamientos, eso es suicida, te envenenas.

"Cuando veas una flor tan sólo vela, no digas nada. El río fluye: siéntate a la orilla y ve el río, pero no di­gas nada. Las nubes se mueven por el cielo: túmbate en el suelo y ve, y no digas nada. ¡No verbalices!

Este es el hábito más profundo: verbalizar; éste es todo tu adiestramiento: saltar inmediatamente de la realidad a las palabras, empezar a hacer palabras in­mediatamente: "bonita flor", "preciosa puesta de sol". Si es preciosa, ¡dejala ser preciosa!: ¿por qué meter la pa­labra? Si es bonita, ¿crees que la palabra "bonita" la hará más bonita? Por el contrario, te perdiste un mo­mento extático. Entró la verbalización.

Antes de poder ver, te fuiste, te fuiste en un va­gabundeo interno; si te vas demasiado lejos en este va­gabundeo te vuelves loco.

¿Qué es un loco? El que nunca está en la realidad, el que siempre está vagando en su propio mundo de palabras y ha ido tan lejos que no puede regresar.

El loco no está en la realidad, pero, ¿estás en la realidad? Tú tampoco estás, la diferencia es sólo de grado. Un loco se ha ido muy lejos; tú nunca fuiste tan lejos, tan sólo anduviste en la vecindad, y te vuel­ves, tocas lentamente la realidad, y te vas de nuevo.

Tienes un pequeño toque, un pequeño contacto en alguna parte; desarraigado, pero aún parece que una raíz está ahí, en la realidad.

Pero esa raíz es muy frágil, se puede romper en cualquier momento, con cualquier accidente: se muere tu esposa, tu marido huye, te arruinas, y esa frágil raíz se rompe. Entonces continúas vagando y vagando hasta que ya no hay regreso, entonces nunca vuelves a la realidad. Éste es el estado del loco, y el hombre nor­mal es diferente sólo en grado.

¿Y cuál es el estado de un Buda, un Iluminado, un hombre del Tao, de comprensión, de consciencia? Él está profundamente enraizado en la realidad, nunca se aparta de ella: justo lo contrario que el loco.

Tú estás en el medio. Desde ese medio puedes ir hacia ser un loco o puedes ir hacia ser un Buda. ¡De­pende de ti!

No des mucha energía a los pensamientos, eso es suicida, te envenenas. Cada vez que empiece el pensa­miento, si es innecesario -y el noventa y nueve por ciento de los casos es innecesario- vuelve inmediata­mente a la realidad. Cualquier cosa servirá: incluso to­car la silla en la que estás sentado, o tocar la cama en la que estás tumbado. Siente el tacto: es más real que tus pensamientos acerca de Dios. ¡es más divino que tus pensamientos acerca de Dios porque es algo autén­tico!

Tócalo, siente el tacto, sé el tacto, éstate aquí y ahora. ¿Estás comiendo? Saborea bien la comida; hué­lela bien, mastícala bien: ¡estás mascando la realidad! No te vayas vagando en pensamientos. ¿Estás tomando un baño? ¡Disfrútalo! ¿La ducha cae sobre ti? ¡Siéntela!

Conviértete más y más en un centro que siente, en vez de en un centro que piensa".


Osho, ...Y llovieron flores. Historias y enseñanzas zen
http://osho-maestro.blogspot.com/