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Si el vecino echa basura en tu jardín, inicias una discusión con él, pero si te echa la misma basura en la cabeza te parece fenomenal

"Recuerda una cosa: has de ser cuidadoso con lo que metes, y has de serlo también con lo que sacas. Sólo entonces podrás llevar una vida centrada. La gente es muy descuidada: se van atiborrando de todo lo que encuentran. ¡De cualquier cosa! Se atiborran y se atiborran, tanto el cuerpo como la mente. Ten cuidado.

Si llega tu vecina y empieza a chismorrear, tú la escuchas con mucha atención. Si el vecino echa basura en tu jardín, inicias una discusión con él, pero si te echa la misma basura en la cabeza te parece fenomenal. No te das cuenta: una vez que le permites a alguien que te llene la cabeza de basura, ¿qué harás con ella? Tarde o temprano llegará a tu boca y entrará en la cabeza de otra persona. No puedes quedártelo dentro. Por eso a la gente le resulta tan difícil guardar un secreto. Dile a alguien algo y que no se lo diga a nadie más y puedes estar seguro de que lo contará.... No hay un medio mejor que difundir algo que decirle a la gente: "No se lo digas a nadie". Puedes estar seguro de que lo harán. Porque un secreto siempre es muy difícil de guardar dentro. Quiere salir.

Así que no metas nada dentro, y no eches nada sobre otra gente. Si estás demasiado lleno de basura, vete a la orilla del río, al bosque, y háblales a los árboles. No les hará daño, porque no escuchan. Puedes hablar y descargarte, puedes relajarte y regresar. Pero no les hagas eso a los seres humanos, porque ya van demasiado cargados...

Mantente en silencio, y luego di algo, y verás que ese algo tiene poder. El silencio es como el ayunar: insufla vida a tus palabras. Y en este mundo sólo han sido muy importantes y sus palabras han tenido un valor eterno aquellos que se han mantenido en un profundo silencio.

El Buda permaneció en silencio durante muchos meses; Mahavira guardó silencio durante doce años. Siempre que Jesús se sentía cansado, se retiraba al bosque y les decía a sus discípulos: "Dejadme, dejadme solo". Permaneció en silencio durante cuarenta días y luego regresó. Y entonces sus palabras tuvieron valor para ellos: cada una de sus palabras era como un diamante.

Si de verdad quieres que tus palabras tengan algún valor, entonces aprende el silencio. Permanece cada vez más silencioso; un día sabrás lo que es la palabra correcta".

Osho, Dijo el Buda...
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