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Eres simplemente un "presenciador", no un hacedor. Y ése es el secreto de todos los secretos

"Te contaré una historia:

Uno de los más grandes sanyasins griegos fue Diógenes...

Él era un hombre absolutamente libre. Solía ir desnudo...Un día se encontró con...unos comerciantes, que quisieron capturarlo para venderlo. Al parecerles empresa harto difícil -pues Diógenes era un hombre sano y muy fuerte, capaz de derrotar, por lo menos, a ocho personas, mientras que los comerciantes de esclavos eran sólo cuatro y eso les hacía desconfiar un poco- se pusieron a reflexionar y luego lo rodearon. Diógenes les dijo:

- No tengáis miedo. Siempre estaré de vuestra parte. ¿Qué sucede? Decídmelo y yo os resolveré el problema...

Ellos le dijeron:

- Este es un problema que no te gustará resolver.

Él les dijo:

- No hay nada que no me guste resolver. Simplemente explicádmelo.

Ellos le contestaron:

- Esto es lo que pensamos: queremos capturarte y hacerte prisionero.

Él les dijo:

- Bien, estoy absolutamente de acuerdo. ¿A qué estáis esperando? ¿A qué esperáis? ¡Empezad! Aquí están mis manos.

Ellos no podían creérselo. Se miraban entre sí. Sospechaban. Aquél hombre que se ofrecía y...

Él les dijo:

- ¡No os preocupéis! Nunca lucho. Fluyo. Ése ha sido siempre mi estilo de vida. Así que ¡tomádme! ¡Hacedme prisionero! Si el Todo quiere que así sea, que así sea.

Ellos sintieron miedo, pero lo intentaron. Y entonces recobraron su confianza. Él no luchaba.

Encadenado, empezó a caminar con ellos. Pero era un hombre tan extraño...¡no puedes hacer esclavo a un hombre así! Aquellas cuatro personas parecían estúpidas a su lado.

Y Diógenes les dijo:

- No tengáis miedo. No necesito llevar estas cadenas, porque siempre fluyo. Iré dondequiera que vayáis. ¡Nunca os dejaré!.

Ellos se sintieron aún más atemorizados. ¿Qué clase de hombre era aquél? ¿Quién era?

Pero empezaron a hacer lo que les decía... Un Maestro es un Maestro incluso en prisión...¡Les parecía tan feliz,tan tremendamente extático! Como si no fuera de este mundo.

Se convirtieron en sus amigos... y no sólo en sus amigos, sino en sus discípulos. Cuando llegaron al mercado, eran ya sus discípulos y él, el Maestro. Le decían:

- Maestro, dinos qué hacer.

Y él les decía:

- No os olvidéis de que habéis venido aquí para venderme. Estáis perdiendo la cabeza.¡No seáis tan olvidadizos! ¡Recordad por qué me habéis cogido!

Ellos le decían:

- Ahora no podemos hacerlo.

Pero él les contestaba:

- No tenéis que preocuparos. Seguid vuestra idea. Yo me ofrezco.

Ellos no podían creerlo. ¿Qué iba a hacer aquel hombre?.

Entonces llegaron al mercado...todo el mercado estaba interesado en aquel esclavo porque nunca antes habían visto un esclavo tan bello.

Apareció el subastador. Y cuando Diógenes se levantó y el subastador empezó a decir:

- Este hombre es muy hermoso, sano y muy, muy fuerte.

Entonces Diógenes dijo:

- ¡Detente! Permíteme subir. ¡No sabes presentar a la gente!

Asustado, el subastador bajó- ¡Aquel hombre parecía muy fuerte y poderoso!

Diógenes subió y -nunca antes había ocurrido en ningún mercado de esclavos- dijo:

- ¡Que se acerquen todos los esclavos! ¡Aquí hay un Maestro que quiere ser vendido!

Así es como uno debe fluir con la gente, con la vida, con los árboles, con los ríos. No luches. Luchar es el único pecado. No te resistas. Si la gente llora, llora tú. Si la gente ríe, ríe tú. Y si eres capaz de hacerlo, de repente sentirás que eres simplemente un "presenciador", no un hacedor.

Y ése es el secreto de todos los secretos".

Osho, Tao. Los tres tesoros, Volumen III

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