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Éste es el problema de todos los amantes; no pueden vivir separados ni pueden tampoco vivir juntos

     "Puede que ames a una mujer, que ames a un hombre, pero en el fondo de ti hay también una resistencia, porque el amante es también esclavitud.  La relación te deja inmovilizado, incapacitado: por un lado te alimenta y, por otro,  te aprisiona; no puedes vivir sin ella, y no puedes vivir con ella. Éste es el problema de todos los amantes; no pueden vivir separados ni pueden tampoco vivir juntos. Cuando están separados, piensan  el uno en el otro; cuando están juntos, se pelean.
     ¿Por qué ocurre esto? El mecanismo es muy simple.  Cuando no tienes al lado a una mujer a la que amar y que te ame, sientes un hambre atroz de la calidez que desprende el cuerpo de una mujer. Al cabo de un tiempo de estar con ella, ya no tienes hambre, estás saciado; y, es más, pronto estarás harto, pronto habrás tomado de ella más que de sobra y tendrás ganas de separarte un poco, de distanciarte, de estar solo.  Todos los amantes, cuando están juntos, piensan: "¡Cómo me gustaría estar solo!", y, cuando están solos,  tarde o temprano empiezan a sentir necesidad del otro, empiezan a imaginar y a soñar, y sienten: "¡Cómo me gustaría que estuviéramos juntos!".
     El cuerpo necesita compañía, y el alma, el núcleo más íntimo, necesita soledad; ése es el problema. Tu alma más íntima puede estar sola  --es un pico del Himalaya que se eleva, solo, hacia el cielo--,  tu alma más íntima crece cuando está sola; pero tu cuerpo necesita relacionarse, necesita multitudes, calor social, clubes, sociedades, organizaciones,... dondequiera que estés rodeado de mucha gente, el cuerpo se siente bien.  En una multitud, puede que el alma sienta que se muere de inanición, porque su alimento es la soledad, pero el cuerpo se siente a gusto; y en soledad, el alma se siente a la perfección, pero el cuerpo se siente hambriento de relaciones.
     Si en la vida no entiendes esto, te conviertes en un ser muy desgraciado, innecesariamente; si lo comprendes, puedes crear un ritmo, y satisfacer las necesidades corporales y también las necesidades del alma.  A veces te relacionas, y a veces no; a veces vives acompañado, y a veces vives solo..., a veces la otra persona y tú sois dos picos del Himalaya, tan absolutamente solos que incluso la idea del otro está ausente. Éste es el ritmo".

Osho, El libro del Yoga II, Más allá del espacio, el tiempo y el deseo
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