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El laboratorio del científico está fuera; el laboratorio de la persona religiosa es su propio ser: su propio cuerpo, su propia alma, su propia mente.

     "Religión significa que el hombre empieza a valerse por sí mismo, se vuelve el responsable de su propio ser, empieza a buscar e indagar y a inquirir la realidad: ¿quién soy? Y esto no debería ser sólo por curiosidad...
     La filosofía es por curiosidad. La religión es una búsqueda muy sincera, muy auténtica...;la religión es una cuestión de vida y muerte...
     La religión no es una cuestión de saber, sino de vivir de acuerdo a ella. La religión es la vida, y a menos que la vivas, no sabrás nada acerca de lo que es. Y para vivir la religión hay que dejar de filosofar y hay que empezar a experimentar. Hay que convertirse en un laboratorio. El laboratorio del científico está fuera; el laboratorio de la persona religiosa es su propio ser: su propio cuerpo, su propia alma, su propia mente...
     Y recuerda: no es curiosidad; es una búsqueda muy sincera. Vivir sin conocerse a uno mismo es casi sinónimo de estar muerto. ¿Cómo vas a vivir realmente sin saber quién eres? ¿Qué significará la vida si no te conoces a ti mismo? ¿Qué harás contigo mismo si no sabes quién eres? ¿Cómo decidirás cuál va a ser tu destino?  Sí, habrá mucho ruido, pero no habrá música. Habrá mucho cálculo, pero no habrá celebración. Y habrá muchas idas y venidas de aquí para allá, pero no habrá ninguna llegada. Entre el nacimiento y la muerte vivirás en una especie de tensión constante, pero no conocerás la belleza, la bendición de la vida y la existencia, porque ni siquiera pudiste conocer la belleza y la bendición de tu ser interno, que es lo más cercano que se puede conocer, lo primero que hay que conocer.
     El primer paso hacia la vida es el del autoconocimiento. No puede ser sólo curiosidad...
     Había una vez un posadero que, aunque parezca extraño, era incapaz de ganarse la vida. Nada de lo que intentaba surtía efecto. Intentó imponer en su casa una gestión totalmente nueva, pero eso también fue en vano. Desesperado, consultó a una mujer sabia.
     "Es muy sencillo", le dijo ella mientras se embolsaba la tarifa. "Debe cambiar el nombre de su posada".
     "Pero ha sido El León Dorado durante siglos", replicó él.
     "Debe cambiar el nombre", dijo ella.  "Debe llamarla Las Ocho Campanas y el letrero debe tener una hilera de siete campanas".
     "¿Siete?, dijo él. "¡Pero eso es absurdo! ¿De qué servirá eso?".
     "Vaya a la casa y lo verá", le dijo la mujer sabia.
     De manera que se fue a casa e hizo lo que le había dicho. E inmediatamente todo viajero que pasaba por allí se paraba a contar las campanas y luego se apresuraba a entrar en la posada a hacer ver el error, cada uno de ellos, según parece, creyendo que era el único que se había dado cuenta de ello, y todos deseando descansar después de su esfuerzo.
     Y el posadero engordó e hizo fortuna.
     Así es la gente. La posada se llama Las Ocho Campanas y el símbolo tiene sólo siete campanas: suficiente para despertar la curiosidad de la gente, suficiente para mantenerla ocupada. Pero este tipo de curiosidad no te va a llevar a ninguna parte.
     La gente pregunta acerca de Dios, la gente pregunta acerca de la verdad; pero se puede ver en sus ojos, en la manera en que preguntan, que no hablan en serio. Igual que la gente habla del tiempo, la gente habla también de Dios; es conversación educada. Nadie parece estar implicado, nadie parece estar buscando apasionadamente. Y a menos que tu búsqueda contenga una gran pasión, un tremendo compromiso, una absoluta implicación, no serás capaz de conocer los secretos de tu ser, porque habrá que trabajar mucho. La persona curiosa no puede trabajar tanto. La curiosidad no es suficiente para llevarte lejos; su energía es muy pequeña, muy diminuta. Sólo una pasión sincera por saber puede llevarte a través de todas las dificultades que serán necesarias. Es una tarea escarpada".

Osho, El secreto de los secretos. Charlas sobre el secreto de la Flor Dorada
http://osho-maestro.blogspot.com