Ir al contenido principal

La felicidad es algo muy su­til, que sólo sucede cuando estás totalmente inmerso en otra cosa.

Pregunta:
Estoy muy preocupado con mi hija de seis años. Me dice que es feliz, pero siento que no lo es,  siento que soy incapaz de hacerla feliz

Respuesta de Osho: 
          "Parece que estás demasiado preocupado; estar demasiado preo­cupado puede ser peligroso. La idea de hacer feliz a alguien nunca triunfa. Va en contra de las leyes. Cuando quieres hacer fe­liz a alguien, le haces infeliz. Porque la felicidad no es algo que se le pueda dar a otra persona. Como mucho, puedes crear una situa­ción en la que la felicidad podría florecer o podría no florecer; no se puede hacer nada más.
          Parece que estás demasiado preocupado por hacerla feliz, y te sientes infeliz porque fracasas, y si eres infeliz ella será infeliz. Es muy fácil hacer infeliz a alguien. La infelicidad es muy contagiosa, es como una enfermedad. Si eres infeliz, todos los que están co­nectados contigo, relacionados contigo, en especial los niños, se sentirán muy infelices. Y los niños son muy sensitivos, muy frá­giles.
          Probablemente no dirás que eres infeliz, pero eso no cambia nada; los niños son muy intuitivos, todavía no han perdido su in­tuición. Todavía tienen algo más profundo que el intelecto, que siente las cosas inmediatamente.
          El intelecto emplea un tiempo y siempre duda; nunca está se­guro. Incluso si eres infeliz y una persona piensa en ti, nunca po­drá estar absolutamente segura de si eres infeliz o estás fingiendo; quizá sólo sea un hábito o quizá es que tu cara es así. El intelecto nunca puede llegar a una conclusión que sea absoluta.
          Pero la intuición es absoluta, incondicional, simplemente dice lo que pasa. Los niños son intuitivos y se relacionan de un modo muy sutil y telepático. No se fijan en tu aspecto; inmediatamente lo perciben...
          Hasta una determinada edad, los niños permanecen muy arrai­gados en ti y saben lo que te está pasando.
          Relájate un poco. Déjale que se mezcle con otros niños, déjale que juegue, y deja de hablar en términos de felicidad o infelicidad.
          En vez de eso, sé feliz. Viéndote feliz, ella se sentirá feliz. La fe­licidad no es algo que tengamos que buscar directamente: es un derivado. Los niños se quedan muy desconcertados cuando les pre­guntas:  "¿Eres feliz?"  De hecho, no saben cómo responder, ¡y yo siento que tienen razón!  Cuando le preguntas a un niño "¿eres fe­liz?",  sencillamente encoge los hombros..., porque ¿qué quieres decir?
          El niño sólo es feliz cuando no es consciente de ello. Nadie pue­de ser feliz cuando es consciente de ello. La felicidad es algo muy su­til, que sólo sucede cuando estás totalmente inmerso en otra cosa.
          El niño está jugando y es feliz porque, en esos momentos, no sabe nada de sí mismo: ¡ha desaparecido! La felicidad sólo existe cuando has desaparecido. Cuando regresas, la felicidad desaparece.
          Un bailarín es feliz cuando aparece la danza y él desaparece. Un cantante es feliz cuando la canción es tan apabullante que el can­tante desaparece. Un pintor es feliz cuando está pintando. Un niño es feliz cuando está jugando, quizá una tontería de juego, reco­giendo caracolas en la orilla del mar, sin sentido, pero está 
com­pletamente absorto.
          ¿Te has fijado en algún niño recogiendo caracolas o piedras? Fí­jate en lo absorto que está..., fíjate en lo profundamente inmerso, en lo totalmente perdido que está. Y esa es la cualidad del éxtasis, la cualidad del asombro, la cualidad de toda experiencia religiosa. Todos los niños son religiosos, y todos los niños son felices a me­nos que los padres los hagan infelices.
          Pero la felicidad no hay que buscarla directamente. Haz otra cosa y la felicidad te sigue como una sombra; es una consecuencia, no un resultado".

OSHO, El libro del niño. Una visión revolucionaria de la educación infantil
http://osho-maestro.blogspot.com/