Siempre que amas aparece el silencio. Las palabras se pierden, dejan de tener sentido. Tienes mucho y nada que decir al mismo tiempo. El silencio te envolverá, y en ese silencio el amor florece. Estás relajado.
“Nuestras mentes también están llenas de tensión. No
necesitan estarlo. La mente está tensa porque siempre estás creando confusión.
Por ejemplo, una persona que está pensando en el sexo, está creando confusión,
porque el sexo no es algo para ser pensado. El centro mental no está hecho para
eso. El sexo tiene su propio centro. Pero tú estás haciendo este trabajo del
centro sexual a través de la mente. Incluso cuando estás enamorado piensas en
ello; no lo sientes. El centro del sentimiento no está trabajando.
Cuanto más civilizado es el hombre, más sobrecargado
está su centro intelectual. Los demás centros no están funcionando, no están
operativos. Esto también crea tensión ya que un centro que tendría que
trabajar, y que tiene una particular energía con la que trabajar, es dejado sin
nada que hacer. Entonces él crea sus propias tensiones. Y se siente
sobrecargado por su propia energía inutilizada.
El centro mental está sobrecargado por el trabajo. Uno
quiere sentir a través de él, cosa que no puede hacer. La mente no puede
sentir; la mente sólo puede pensar. Las categorías o formas de pensamiento son
muy diferentes de los grados del sentimiento; y no sólo diferentes, sino
diametralmente opuestos. La lógica del corazón no es la lógica de la mente.
El amor tiene su propia manera de pensar, pero no es
una forma mental. Así vemos cómo la mente tiene que hacer cosas que no están en
su cometido. Se sobrecarga y hay tensión. La situación es como ésta: el padre
está haciendo el trabajo del niño y el niño está haciendo el trabajo del padre.
Este es el tipo de confusión que se crea a través de una existencia mental. Si
cada centro hace su propio trabajo, hay relajación.
La mente no es el único centro. Al hacerlo funcionar
como si lo fuera, hemos destruido todo el silencio, toda actitud relajada, toda
relación de la Humanidad con el Universo. La mente tiene que trabajar; tiene
una función, pero muy limitada. Está sobrecargada; toda tu educación va
dirigida a un solo centro. Estás siendo educado como si sólo tuvieras un
centro: la mente, lo matemático, lo racional.
La vida no es solamente algo
racional. Por el contrario, la mayor parte de la vida es irracional. La razón
es como una pequeña isla iluminada en el vasto y misterioso
océano de la irracionalidad. Y esta isla está asentada en el gran océano
del misterio. Esta parte iluminada es tan sólo una parte, no es el todo, y no
debe ser tomado como el todo, de lo contrario la tensión será el resultado. Lo
misterioso se vengará; lo irracional se vengará…
No estás despierto a lo espiritual porque tienes una
gran tensión en el cuerpo y en la mente. Pero si no tuvieras tensión en los
reinos físico y mental, automáticamente conocerías la bienaventuranza, la
relajación de lo espiritual. Viene a ti; te ha estado esperando. Toda tu
atención está tan absorta por lo físico y lo mental que no queda atención para
enfocarla a lo espiritual. Sólo si el cuerpo y la mente dejan de estar tensos
podrás introducirte en el espíritu y conocer su gozo. Lo espiritual nunca está
tenso; no puede estarlo. No existe una tensión espiritual; sólo tensión
corporal y tensión mental.
La tensión corporal ha sido creada por aquellos que en
nombre de la religión han estado predicando actitudes contra el cuerpo… No
puedes comer relajadamente, no puedes dormir con tranquilidad; cada acto
corporal se convierte en tensión. El cuerpo es el enemigo, pero no puedes
existir sin él. Debes permanecer con él, debes vivir con tu enemigo; entonces hay una tensión constante. No puedes
relajarte nunca.
El cuerpo no es tu enemigo, no está en absoluto
enemistado ni es indiferente a ti. La verdadera existencia del cuerpo es
bienaventuranza. Y en el momento en que tú tomas el cuerpo como un regalo, como
un regalo divino, volverás al cuerpo, lo amarás, lo sentirás. ¡Y qué sutiles
son las formas de sentirlo!
No puedes sentir otro cuerpo si no has sentido el tuyo
propio; no puedes amar otro cuerpo si no amas el tuyo propio. Es imposible. No
podrás cuidar otro cuerpo si no cuidas el tuyo propio... ¡Y nadie lo hace!
Puede que digas que lo haces, pero insisto: ¡nadie lo cuida! Incluso si a ti te
parece que lo haces, no lo estás realmente haciendo. Lo estás cuidando por
algunas otras razones: por la opinión de los demás, por las miradas de otros
ojos. Tú nunca te preocupas de tu cuerpo, de ti mismo; no amas tu cuerpo. Y si
no puedes amarlo, no puedes estar en él.
Ama tu cuerpo y sentirás una relajación como nunca
antes la has sentido. Amor es relajación; cuando hay amor hay relajación. Si
amas a alguien, si entre tú y él, o tú y ella, hay amor; entonces con el amor
viene la música de la relajación. Entonces la relajación está allí.
El estar relajado con alguien es el único signo del
amor. Si tú no puedes estar relajado con alguien, no estás amando; el otro, el
enemigo, está siempre allí. Es por esto que Sartre dijo: "El otro es el
infierno". El infierno está allí para Sartre; seguro que lo estará.
Cuando no hay amor fluyendo entre ambos, el otro es el
infierno. Pero si el amor está allí fluyendo entre los dos, el otro es el
cielo. Así pues, que el otro sea cielo o infierno depende del amor que fluya
entre los dos.
Siempre que amas aparece el silencio. Las palabras se
pierden, dejan de tener sentido. Tienes mucho y nada que decir al mismo tiempo.
El silencio te envolverá, y en ese silencio el amor florece. Estás relajado. En
el amor no hay futuro ni pasado. Solamente cuando el amor ha muerto, está allí
el pasado. Solamente recuerdas el amor que murió; el amor vivo no es nunca
recordado. Está vivo, no hay razón para recordarlo. El amor existe en el
presente. Allí no hay futuro ni pasado.
Si amas a alguien no tienes que fingir. Entonces
puedes ser como eres. Puedes quitarte tu máscara y estar relajado. Cuando no
hay amor tienes que llevar una máscara. Estás tenso en cada momento porque el
otro está allí. Tienes que estar en guardia. Tienes que estar o bien agresivo o bien defensivo. Es una
lucha, una batalla. No puedes estar relajado.
El gozo
del amor es, más o menos, el gozo de la relajación. Te sientes relajado; puedes
ser lo que eres, puedes desnudarte en cierto sentido, tal como eres. No
necesitas estar preocupado sobre ti mismo, no necesitas fingir. Puedes estar
abierto, vulnerable, y en este estar abierto estás relajado.
El mismo fenómeno ocurre si amas tu cuerpo. Te
relajas, cuidas de él. No es un error,
no es narcisismo, estar enamorado de tu propio cuerpo. De hecho éste es el
primer paso hacia la espiritualidad”.
Osho, Meditación: el arte del éxtasis
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