“Orar significa entregarse totalmente, sumergirse
totalmente, rendirse totalmente, no retener nada; estás al ciento por ciento,
en lo que sea, y así esto se transforma en oración. Si cuando bailas puedes
bailar ciento por ciento, esto se convierte en oración. Haciendo el amor, si
puedes entregarte al ciento por ciento, esto se convierte en oración. Cualquier
cosa, poco importa lo que sea… La cualidad de la oración llega cuando te
entregas al ciento por ciento, cuando te has olvidado totalmente de ti mismo,
entonces estás embriagado.
La oración es el camino del embriagado, el camino del
enamorado, del que se puede entregar, del que puede dejar de ser y del que está
listo para evaporarse. Es el camino de la confianza. Pero no va a funcionar al
noventa y nueve por ciento, ni siquiera al noventa y nueve punto nueve por
ciento, no. Tiene que ser al ciento por ciento.
Y el otro polo es la meditación: ciento por ciento
recordarse, consciencia plena, presencia, eres pura luz, es el camino de estar
alerta, de la observación, de ser el testigo. Es el camino del solitario.
En la oración hay dos involucrados: el amante y el amado.
Por eso es que los Sufís llaman a Dios el Amado. En el Zen no existe el
concepto de Dios. Buda dice no hay Dios, no se necesita. En el camino de la
meditación no se necesita, porque la meditación no es una relación, la oración
lo es. La oración es relacionarse. La meditación es total libertad, soledad, es
el vuelo del solitario al solitario. El otro no existe, por lo que no se trata
de disolverse en el otro, lo que se necesita es cien por ciento de consciencia
plena, menos de eso no funciona. Sólo así te transformas”.
Osho, Philosophia
Perennis