“La mente política adolece de una herida de inferioridad, y
el político está constantemente rascando esa herida. Intelectualmente no es un Albert Einstein –él mismo se compara con gigantes– psicológicamente no es un
Sigmund Freud…. Si te comparas con los gigantes de la humanidad con seguridad
te vas a sentir disminuido, inútil.
Esta inutilidad se
puede eliminar de dos maneras: una es la religión y otra la política. La
política no la elimina, sólo la cubre. Es el mismo hombre enfermo, el mismo
hombre que se sentía inferior, quien ocupa la presidencia. Pero sentarte en la
silla del presidente, ¿cómo puede eso cambiar tu situación interna?
El ego es tan sutil y tan resbaladizo. Y el político está
enfermo a causa de su ego. Puede cubrir la herida convirtiéndose en presidente,
primer ministro… puede cubrir la herida, pero
la herida está ahí. Puedes engañar al mundo entero pero ¿cómo puedes
engañarte a ti mismo? Tú lo sabes. Está ahí, la has cubierto… El político está
en la misma situación: sólo pus, heridas, inferioridad, sentimiento de
inutilidad. Sí, ha subido alto y más alto, y en cada peldaño de la escalera,
tenía la esperanza que su herida se curaría en el siguiente paso.
La inferioridad crea ambición. La ambición sólo significa un
esfuerzo para demostrar que eres superior.
El único sentido de la ambición es un mero esfuerzo para demostrar que
eres superior. Pero, ¿por qué haces un esfuerzo para demostrar que eres
superior a menos que sufras de inferioridad?”.
Osho, From Ignorance to Innocence